En un deporte tan exigente y lleno de sacrificios, la grandeza de un boxeador no se mide con un nocaut espectacular o unas cuantas buenas peleas, sino más bien con el legado que haya dejado.
* Randall Alvarez, Perfiles por ESPN.
Es por eso que al hablar de Julio César Chávez hacemos referencia y reverencia a una verdadera institución del boxeo, un mítico púgil que ilustra el prototipo y el corazón del boxeador mexicano, y que marcó una era dentro del deporte de fistiana a nivel universal. Y es que ya en el siglo XXI no se habla de boxeadores que lleguen a pelear en 113 combates oficiales, mucho menos a mantener un invicto de 90 peleas, lo cual es algo realmente fuera de serie.
Para mi esta conversación representó una cita con la historia, y 'la historia de un hombre humilde' más que con un gran boxeador.
Era un encuentro con el carismático Julio César, el gran campeón pero también con el Julio César humano, el padre de familia, el hombre que ríe y que de vez en cuando también siente nudos en la garganta.
Nuestro encuentro tuvo lugar a casi 4,000 m.s.n.m. cerca del Nevado de Toluca y créanme que fui el primero en sentir las ventajas de entrenarse a esas alturas, donde Julio César estaba en la etapa final de preparación de cara a su pelea de despedida frente a Frankie Randall.
Irónicamente mi nombre también le tenía que recordar a su último rival, algo que con buen humor me hizo saber Julio César...
Este no fue un día de arduo entrenamiento para Julio César quien había salido a correr como rutinariamente lo hace y luego muy amablemente nos cedió el día para charlar.
A su alrededor, sus allegados y asesores que forman una gran familia más que un equipo de trabajo brindándole en todo momento apoyo profesional y cariño, como su inseparable hermano mayor y 'mano derecha' Rodolfo quien lo acompaña en cada paso que da, o don Rómulo Quirarte, quien fuese su primer guía al iniciar su carrera hace ya cuántos años, y claro, no podía faltar su hijo Julio César Jr. absorbiendo cada instante pues él también se preparaba para pelear en la misma cartelera que su papá. Su otro hijo, también boxeador, Omar (lleva el nombre del finado hermano de Julio César) no estuvo presente.
Ya bien sentaditos arriba del cuadrilátero armado dentro de su campamento, tuvimos una interesante conversación acerca de su carrera profesional y de su vida en general.
Al hablar de sus inicios y de su interés por el boxeo, es evidente la influencia y el apoyo familiar en la vida de este campeón, pues los 'culpables' de haber hecho a este triunfador son don Rodolfo Chávez, padre y doña Isabel González, su mamá.
Sus hermanos mayores Rodolfo y Rafael también boxearon y de allí Julio César siguió el mismo camino, aunque recordó que siempre fue bueno en todos los deportes en los que participaba, como fútbol, béisbol, basquetbol y voleibol.
La conversación no se detuvo mucho para hablar de su época amateur pues casi no la tuvo. Recordemos que debutó ya como profesional sin siquiera haber cumplido los 18 años de edad.
Durante el recorrido que hicimos por su carrera profesional, naturalmente Julio César recordó algunas peleas con más interés que otras, como aquellas que le dieron sus primeros títulos y que fueron sus primeras señales de grandeza.
También recordó en especial a rivales como el puertorriqueño Edwin 'Chapo' Rosario (q.e.p.d.) a quien recuerda como el rival de más fuerte pegada, y frente a quien obtuvo el cetro Ligero para marcar posiblemente el verdadero despegue de su carrera.
Otra etapa que recordamos fue la que marcó quizás el clímax de su carrera, su combate frente a Meldrick Taylor, a quien Julio César reconoce como el rival más difícil que tuvo, y frente al cual puso a prueba su corazón de gladiador en aquel famoso último asalto que lo consolidaba por entonces como campeón Súper Ligero.
Después vendría otra etapa, la de la gran imagen publicitaria ayudada por la mano de Don King, que puede ser constructiva o destructiva.
De ahí vino el duelo frente al 'Macho' Camacho, algo que era personal y tenía su buen ingrediente de patriotismo impregnado.
Luego vendría también el récord Guiness de asistencia a una pelea que impuso en el estadio Azteca frente a Greg Haugen en 1993.
Eran los años gloriosos de Julio César y del boxeo mexicano, pues ante todo esto el gran campeón seguía invicto.
Eso es hasta que llegaron otros problemas o 'distracciones' fuera del cuadrilátero pero inevitablemente ligadas al boxeo.
Julio César perdió su enfoque y motivación en un deporte en el que se vive y se triunfa de eso.
Allí se inicia la etapa de la desmotivación en su carrera, como él mismo lo reconoce; vino el empate con Whitaker y casi como consecuencia poco después perdería su invicto ante Frankie Randall.
Julio César no recuerda con buenos sentimientos sus combates con Oscar De La Hoya, más por lo que sucedía alrededor de los mismos y la manera en que se concertaron, que por lo que sucedió dentro del tinglado.
Algo similar ocurre al hablar de su pelea con Kostya Tszyu.
En general, Julio César me dejó con la impresión muy clara de que queda más que a gusto con lo que alcanzó porque siempre dio lo mejor de sí mismo, porque siempre le fue fiel a sus principios y leal a sus metas.
Con ese rostro de guerrero infalible y frío campeón engaña a cualquiera pues Julio César en una persona cálida que vive con pasión lo que hace, o lo que hacen sus seres queridos pues solo hay que hablarle de sus hijos para que le cambie el tono de sus voz y su mirada.
Su retiro crea un vacío porque siempre es triste ver el final en la trayectoria de un ídolo como él pero a la vez nos deja un gran legado en 24 años de exitosa carrera.
Para todos seguirá siendo el campeón, el 'Gran César del Boxeo', un fuera de serie que tiene su lugar entre los inmortales del deporte no solo mexicano y latinoamericano sino universal.
Gracias por todo, Julio César...
* Randall Alvarez, Perfiles por ESPN.