Ingleses y alemanes apagan ilusión española.
Real Madrid y Barcelona se quedan en el camino.
Después de una semana en la que florecieron las ilusiones en España por los duelos de los dos gigantes en semifinales de Champions y en su crucial 'gran clásico', toda España y los millones de seguidores de estos equipos en todo el planeta debieron apagar su emocióin ante la eliminación de ambos en el torneo de clubes más importante del mundo.
Dos historias paralelas de acérrimos rivales.
Por un lado, aparecía el campeón defensor Barcelona, sin duda, el equipo más colorido y dominante de los últimos tiempos, enfrentando a un Chelsea de nombres estelares pero con una gran deuda en los últimos años, no con su multimillonario dueño Roman Abramovich sino con sus fieles seguidores en todo el mundo.
Después de sacar una ventaja clave como local (1-0), Chelsea sudó la gota gorda en el duelo de vuelta al tener que jugar gran parte del partido sin sus dos centrales titulares (Cahill por lesión al 12', y Terry por expulsión al 37').
Sin embargo, el plan maestro del técnico Di Matteo y su gran don celestial para maximizar recursos anímicos y tácticos, rindieron eliminar al poderoso y favorito Barça con gran mérito.
La hazaña del Chelsea habla de agallas, determinación y una puesta táctica al mejor estilo italiano que pudo crear en el rival la presión y frustración necesarias para al final verlo impotente de cualquier ángulo.
Ya el Inter italiano lo había logrado alguna vez, ahora Chelsea repetía la dosis.
Si bien esta puesta táctica no deleitó al aficionado amante del fútbol vistoso, me quedé esperando ver alguna otra alternativa blaugrana para romper con esa muralla (juego aéreo, remates larga distancia); así que en parte, el Barça fue cómplice de su traspié al no tener plan b, o plan c, y depender exclusivamente de su ya conocido sistema de juego.
Las estadísticas y la historia no juegan pero en el fondo por lo menos hacen pensar en algo: Chelsea puede jactarse ahora de no perder en el Camp Nou en sus últimas cuatro visitas, mientras que Leo Messi terminó frustrado esta serie pues nunca le ha podido anotar al equipo londinense en sus 8 partidos jugados y, falló un penal en el decisivo partido de vuelta. ¡Hasta los grandes fallan!
La otra historia paralela habla del Real Madrid y su duelo clásico ante el Bayern Munich.
Sin duda, uno de los enfrentamientos más apetecidos del Viejo Continente y, por el momento de ambos equipos, pudimos hablar de una final adelantada.
Después de perder 2-1 en la ida, el excéntrico Jose Mourinho no cometería el error de alinear a Coentrão en la titular, a sabiendas del mal rato que Ribéry y Robben le habían endosado en Alemania.
En la vuelta, el Madrid era un Madrid de alternativas en ataque y mejor cobertura en defensa con la inclusión de Marcelo.
Cristiano estaba en su patio y ayudó mucho a que disfrutáramos de un primer tiempo intenso, y un resto del partido lleno de tensión, donde hubo buen fútbol, entrega total, respeto y admiración mutua, y la clara misión de llegar a la gran final.
Al final, y fiel a su doctrina de fortaleza mental, el cuadro bávaro se alzaría con el triunfo 1-2.
Entonces, había que encontrar un ganador y un perdedor, el duelo se definió por penales donde nuevamente la visita se cobijó con la vieja artimaña de utilizar la presión para que afecte más al cuadro de casa.
Los merengues sufrieron tratando de controlar la ansiedad desde los once pasos frente a su propio público.
Igual que para los ingleses del Chelsea, el equipo alemán supo leer las condiciones del caso y sacar la misión a su favor.
Dos historias paralelas y ciertamente parecidas esta temporada en Champions: ambos tuvieron el marcador a su favor en la vuelta en casa, y ambos lo dejaron escapar; claro, con el gran mérito a los visitantes que nunca perdieron de vista el objetivo.
Quizás la presión de localía les jugó la mala pasada.
Lo cierto del caso es que ambos quedaron en el camino que prometía gloria... y una ansiada final española para el planeta entero...
