Existen los populares equipos 'coperos', sin embargo, me gusta más llamarlos equipos de 'grandes eventos', aquellos que se crecen en situaciones clave, en eventos de alta trascendencia cuando la ocasión llama al fondo de su alma y esencia... El Madrid confirma una vez más su gran característica.
Una final siempre está reservada para los grandes de un torneo, o temporada. Pero existe un ingrediente adicional que sin duda le da un marco distinto al evento: la presencia de dos equipos históricos con un lujoso palmarés en el certamen.
A priori, Real Madrid y Liverpool le dieron ese tinte especial a la final de esta temporada en Kiev.
Los merengues -campeones defensores- llegaban como el indiscutible máximo ganador de esta copa con doce, mientras que Liverpool se presentaba como el club británico más exitoso en competiciones europeas, destacando en primera instancia sus cinco Orejonas, siendo la última en 2005.
Ambos equipos buscando el honor y privilegio de ganar la Champions, pero también de paso 'salvar' su temporada al no lograr ninguno el título de liga.
Todo estaba servido para un duelo épico de titanes del viejo continente.
Tácticamente era el duelo de dos de los mejores Técnicos del momento.
Un choque entre la extraordinaria columna vertebral merengue, desde Navas y Ramos, pasando por la medular, hasta llegar a la chispa del astro (CR7) que en cualquier momento se echa a su equipo al hombro, frente a quizás el mejor sistema de contra-ataque del momento con Salah, Mané y Firmino...
Bueno, por lo menos en teoría esa era nuestra lógica anticipación.
Sin embargo, en el deporte, como en la vida, el aspecto mental es un elemento mucho más importante. Al final de cuentas, en este duelo esa sería la dinámica más influyente.
Dígase lo que se diga, el 'colmillo' de Sergio Ramos fue clave desde el arranque del partido para tocar mentalmente al jugador clave de Liverpool, Mo Salah. Más allá de la jugada final en la que se lesiona El Faraón (a mi parecer un forcejeo normal con la peor parte para el egipcio), Ramos ya lo había salido a buscar casi hasta medio campo desde el inicio del partido para 'marcarle el territorio mental', algo típico que se da entre jugadores de jerarquía.
Y por más que se quiera criticar o juzgar a Ramos, su accionar es parte del arsenal de esos equipos de 'grandes momentos', que saben apelar a las herramientas necesarias en el momento clave...
Sin duda, la salida obligada de Salah (30') fue el factor que alteró por completo el plan Klopp, y por consiguiente, el teje táctico que habíamos anticipado.
¡Y ni hablar del ánimo de todos los seguidores Reds dentro y fuera del estadio!
Antes de la lesión, pudimos disfrutar la intensidad del electrizante y esperado choque: Liverpool había creado un par de oportunidades claras de gol con cabezazo de Van Dijk en un córner y fuerte remate de Alexander-Arnold que felinamente conjuró Keylor Navas.
Posterior a la salida de Salah, la historia se escribiría con mejor balance merengue.
La exitosa fórmula inglesa se pintaría luego más como un 4-4-2, y un plan B sugeriría no depender de la contra sino buscar asegurarse mayor posesión.
Sin embargo, se notaron las sombras y carencias detrás de su línea de ataque, y donde más que nunca, se echaba de menos un Coutinho de la primera mitad del certamen. Aun así, el primer tiempo terminaría sin goles...
Para la complementaria, la maquinaria merengue, en especial su medular, brillaría con mayor facilidad y la dupla Kroos/Modric hacían de las suyas con sus super eficientes estadísticas de pases, ya rozando la perfección.
Esto también le permitía al Madrid tejer más arriba en el terreno, involucrando a prácticamente todos sus jugadores, no así a Carvajal quien al igual que Salah, también había salido lesionado en el primer tiempo.
La presión crecería y con el descuido del arquero Karius llegaría el primer gol merengue en piernas de Benzema (51'). Eso más bien despertó al cuadro inglés que poco después lograba el empate con Mané (55').
Había partido nuevamente, pero el maestro Zidane recompondría el tema 'presión' a su favor enviando a Bale al 61' con indicaciones precisas...
El galés supo lanzar dos dardos 'envenenados con presión': 2 golazos (64', 83'), incluyendo uno de los mejores goles que he visto en la historia de Champions.
Ahí se vió una vez más el Madrid clínico de Zidane, el que juega con bisturí, el que sabe reconocer el momento justo para herir y golpear al rival...
¡Y así es como gana los partidos que realmente cuentan!
Luego, aunque Liverpool intentó hacer lo propio, llegaría el lapidario para los españoles. El 3-1 quedaba en la historia, al igual que el 'triplete' de Orejonas consecutivas del Real Madrid bajo el nuevo formato de Champions (ganó primeras 5 al hilo en Copa Campeones '56-'60).
Si bien la temporada merengue no tuvo buen sabor en La Liga, lo logrado en Champions hasta representa más a nivel global.
Para mí en lo personal, el logro merengue representa demasiado por Zinedine Zidane y Keylor Navas...
Al gran Zizou siempre lo ha admirado
-como jugador y ahora como DT- y lo tengo entre mis máximos ídolos de todos los tiempos.
Y claro, mi buen amigo y compatriota Keylor se ratificaba como uno de los mejores del planeta, y anotaba su nombre en letras doradas en la historia de la Champions.
Mientras por otro lado, aunque el astro Cristiano Ronaldo no brilló como en otras ocasiones, su aporte en el campo no fue con goles sino más bien táctico, y ante todo, siempre como buen líder.
Igualmente CR7 se despediría del Madrid con un logro más, sumado a los tantos récords individuales que deja en las bitácoras blancas para siempre...
Un hat-trick mágico del equipo más exitoso en Champions, para cerrar una noche mágica en Kiev.
¡Felicitaciones Real Madrid!
¡¡Y felicitaciones Zizou y Keylor, Hala Madrid y Pura Vida!!